El protocolo se convierte en una herramienta clave para elevar la experiencia del cliente, ya que permite estructurar y cuidar cada interacción de manera que transmita excelencia, exclusividad y coherencia con los valores de la marca. Al definir journeys claros, guiones precisos y estándares de atención de alto nivel, se garantiza que cada detalle —desde el primer contacto hasta el cierre de la experiencia— esté alineado con la promesa de valor de la compañía. El protocolo no solo ordena y facilita el trabajo de los equipos de hospitalidad y servicio, sino que también asegura que la atención sea homogénea, impecable y emocionalmente significativa, transformando cada encuentro en una vivencia diferenciadora que fortalece el vínculo entre cliente y marca.